Cuando sentimos alguna emoción nuestro cuerpo realiza descargas hormonales que se pueden manifestar físicamente. Por ejemplo, el miedo produce descargas de adrenalina, nos hace abrir mucho los ojos, el corazón empieza a latir con violencia y empezamos a sudar instantáneamente. Pero durante el clásico amor a primera vista, las endorfinas causan excitación. Entonces, ¿el terror desencadena reacciones físicas o sucede al revés?, ¿las endorfinas causan excitación, o es el entusiasmo? En resumen, ¿qué ocurre primero, el cambio fisiológico o la emoción?, ¿por qué ocurre y cuál es su efecto? Básicamente esto trataba de explicar Carney Landis a través de su experimento de las expresiones faciales.
Índice
¿Qué ocurre primero?
James-Lenge apoyaba la teoría de la modificación fisiológica, afirmaba que el cerebro recibe un cambio en los estímulos provenientes del sistema nervioso, luego los interpreta y genera la emoción. Pero esta teoría tenía un problema, y es que no había forma de probarlo.
En 1924, Carney Landis decidió que primero era necesario entender experimentalmente si los cambios fisiológicos eran iguales en todas las personas. Para ello, se concentró en las modificaciones más fáciles de estudiar, que son los movimientos de los músculos faciales durante una emoción. Es decir, su estudio consistió en rastrear los patrones de expresiones faciales repetitivos.
El experimento de las expresiones faciales
Para entender si las personas reaccionaban de la misma manera, Carney Landis reclutó un buen número de colegas universitarios. Luego, marcó sus rostros con signos estándar para poder resaltar las muecas y los movimientos relativos de los músculos faciales. En sí, el experimento consistió en someterlos a varios estímulos y luego fotografiarlos.
En un principio, los voluntarios debían hacer cosas muy inofensivas, como escuchar un poco de jazz, leer la Biblia u oler amoníaco. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados y Landis consideró que debía subir un poco de nivel.
Empezó a usar imágenes pornográficas en los voluntarios y luego mostró fotos médicas con personas que tenían enfermedades de la piel. Esto con el objetivo de tratar de detonar el miedo y capturar el momento con la cámara. Sin embargo, las emociones no emergían como él esperaba, por lo que su experimento se volvió un poco más oscuro.
El experimento del miedo
Les indicó a unos voluntarios que metieran una mano en un balde, sin mirar. El balde estaba lleno de ranas vivas, por supuesto, Carney Landis fotografió cada momento. Luego les pidió que buscaran mejor dentro del misterioso balde, poco a poco los voluntarios superaban el disgusto. Pero no fue hasta que se agitaron al tropezar con la sorpresa del experimento, cables eléctricos descubiertos, lo que asustó a cada uno de ellos.
Pero el experimento alcanzó su punto máximo cuando colocó un ratón vivo en la mano izquierda de los voluntarios y un cuchillo en la derecha, y ellos debían decapitar al ratón. Muchos no querían, incluso pensaban que era una mala broma, pero no era así, debían cortar la cabeza del ratón o él lo haría ante sus ojos.
El experimento se volvió más complejo
El experimento de las expresiones faciales se volvió mucho más complejo. Si bien las reacciones fueron muy claras, el alto estrés emocional provocó que algunos lloraran, mientras otros reían. Incluso hubo quienes quedaron petrificados, o simplemente se molestaron y empezaron a maldecir.
Lo cierto es que 2/3 de los voluntarios obedecieron al psicólogo y decapitaron al roedor. EL resto, tenía que presenciar la decapitación llevada a cabo por Landis. Los voluntarios eran principalmente estudiantes de la carrera, salvo un niño de 13 años que estaba como paciente. El niño sufría problemas psicológicos e hipertensión arterial, pero su reacción fue documentada por el mismo Landis.
Las conclusiones de Carney Landis
No cabe duda de que el experimento de las expresiones faciales de Carney Landis fue un poco cruel, de hecho, no sería éticamente permitido hoy en día. Pero le permitió llegar a algunas conclusiones, que son las siguientes:
1) Ninguna emoción es caracterizada por un patrón recurrente de comportamiento muscular.
2) Las reacciones corporales asimétricas muy pocas veces ocurrieron.
3) Los hombres fueron más expresivos que las mujeres.
4) La sonrisa fue la expresión más común, incluso en experiencias desagradables.
5) No existe una expresión facial típica que acompañe a cualquier emoción provocada durante el experimento.
No hubo mucho que permitiera justificar la muerte de ratones, mucho menos el trauma provocado en los participantes. Cuando Carney Landis se graduó, se dedicó a la psicopatología sexual, teniendo una carrera exitosa en el Instituto de Psiquiatría del Estado de Nueva York. Hoy en día, se le recuerda más por su experimento de las expresiones faciales que por todas sus demás investigaciones.