La moda cambia constantemente, y a estas alturas ya no se nos ocurre que más podrían inventar en cuanto al diseño de zapatos. Existen zapatos casi de todo tipo, con tacón de 26 centímetros, tacón invertido o incluso unas converse con tacón. Pero, ¿imaginas unos zapatos sin tacón? Suena a algo totalmente imposible, pero lo cierto es que existen y aquí te contaremos más.
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¿Cómo son los zapatos sin tacón?
Un buen ejemplo de estos zapatos son los que solía usar la cantante cubana Celia Cruz. Con estos zapatos, en lugar de apoyarse en tacones, todo el peso del cuerpo se apoya sobre la punta de los pies.
Generalmente este tipo de zapatos llevan plataforma, lo que permite tener un poco más de equilibrio. Algo es seguro sobre este tipo de zapatos, si con tacones resultaba difícil para las mujeres caminar, con estos se puede complicar un poco más.
Caminar sobre ellos es algo que requiere práctica para quien los usa por primera vez. Básicamente es como andar en puntillas, ya que están diseñados para que la fuerza se desplace hacia delante aunque apoyes todo el pie.
Los riesgos de usar este tipo de zapatos
El arco de nuestros pies tiene el mismo papel que un amortiguador de automóviles, sin ellos podríamos sufrir de problemas en los pies.
El problema de este tipo de zapatos es que al adelantar el centro de gravedad del talón a los dedos, y al mismo tiempo evitar flexionar los tobillos nos lleva a tener riesgos de algún tipo de daño en la columna vertebral.
Ya existían zapatos sin tacón en el siglo XV
Si bien usar zapatos sin tacón puede ser un poco nocivo para la salud, la verdad es que ya es una moda que existió hace mucho tiempo. En Italia, en el siglo XV los zapateros del Renacimiento habían inventado un zapato llamado “chopine”, para que los vestuarios no sufrieran daños con el barro.
Pero como siempre ocurre en el mundo de la moda, lo que parecía una solución práctica fue llevada al extremo. Dando a lugar a zapatos con plataforma que podían tener hasta 50 centímetros, lo que requería que los criados ayudaran a las damas a desplazarse.
La dificultad para moverse era tal, que provocó que este tipo de zapatos quedaran prohibidos. Ya que los tropiezos y caías que sufrían las mujeres podían ser muy terribles, causando incluso los fetos de las embarazadas.