La tierra para poder llegar a la era moderna conoció muchas etapas oscuras de grandes cambios que mezclaron, sangre, sudor y lágrimas. Uno de estos periodos fue la edad media, la cual dejó un profundo estancamiento social, del cual aún tenemos memoria.
Dicha época se desarrolló entre los siglos V y XV, donde la irracionalidad y la violencia condujeron a lo más sencillo de la era común. Y, por su puesto, juegos sangrientos de tortura de la edad media. Si deseas conocer cuales fueron no dejes de leer esta interesante sección.
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Los juegos sangrientos de tortura en la edad media
Durante esta época los conceptos de maldad, odio y tortura alcanzaron niveles que deseamos nunca vuelvan a aparecer. Las diferencias religiosas y de clases sociales eran muy castigadas sin sentido alguno, por unos métodos bastante extremos. Aquí te nombraremos alguna de ellas.
El toro de Falaris
Falaris fue uno de los dictadores más crueles de Silicia. El toro de hierro funcionaba como horno. Se podía abrir a la mitad y en su interior la persona era colocada. Luego, se colocaba la pieza de metal sobre una fogata, por los orificios de la nariz salía humo de la piel calcinada de la persona.
El aplasta pulgares
Esta es una de las maquinas más simples y antiguas que se usaron incluso antes del comienzo de la Edad Media. Este aparato consistía en colocar el tornillo hacia la mano con el objetivo de ir destrozando todo a su paso, comenzando por el dedo pulgar y luego partiendo los huesos de la mano. Se colocaba en las manos de los ladrones.
El potro
Este es otro de los juegos sangrientos de tortura más famosos y usados durante esta época. Consistía de una silla donde la persona era sentada y atada con cuerdas sus extremidades, brazos piernas y cabeza. En la parte posterior había una manivela que el castigador giraba con el fin de ir separando las extremidades hasta quebrarlas. Y por sino fuese poco, luego, terminaban con su cabeza.
La rueda
La rueda fue uno de los inventos más significativos de la humanidad en busca de mejorar su calidad de vida. En este caso la rueda era un horno giratorio. Se colocaba a la víctima en el interior del círculo, encendiendo una fogata intensa a sus pies. Cada cierto tiempo la víctima se movía con el fin de cocinarla lentamente.