Desde los inicios de la carrera espacial, fueron surgiendo diferentes estudios físicos y matemáticos que lograran determinar las posibles soluciones que cada caso ameritara. Uno de los elementos fundamentales a determinar debido a su importancia, es la velocidad de escape. Se define la magnitud de velocidad necesaria que un cuerpo u objeto, requiere para escapar de la atracción gravitacional de la tierra o cualquier otro cuerpo astronómico sin que este pueda regresar de nuevo a su punto de partida. En muchos casos, también es conocida como velocidad parabólica. A continuación, la explicamos a detalle.
Inicios de la teoría de escape
Muy poco conocida por físicos, la velocidad de escape supone un salto significativo en los estudios de la física gravitacional. Cuando
lanzamos cualquier objeto hacia arriba, este tiende a regresar a la tierra producto del efecto de la gravedad.
Si fuera lanzado con mucha más fuerza, llegaría a una altura mucho mayor. Pero de igual modo, la gravedad obligaría a regresar.
Para que esta masa no regrese a la tierra, alcanza de una velocidad suficiente que le permita llegar al infinito con una velocidad 0 y no pueda trazar orbitas cerradas alrededor de la tierra.
Fundamentada en las leyes de Newton, esta velocidad es directamente proporcional a la raíz cuadrada de la masa total. Específicamente en nuestro caso de la tierra, y dividida por su radio total.
Es decir, a una masa mayor se requiere una velocidad de escape mayor y un radio mayor una velocidad menor.
Curiosidades y aplicaciones de la velocidad de escape
La masa y el radio de un planeta o cualquier otro cuerpo de nuestra galaxia, influyen de manera directa sobre la velocidad.
Pero al mismo tiempo, juegan un papel vital en la composición de su atmósfera y es demostrable mediante un caso particular de un agujero negro.
Un objeto con una masa inmensa y un radio lo suficientemente pequeño para no emitir luz, incluso su velocidad de escape sería de tal nivel que la luz no podría viajar y quedaría atrapada.
El valor obtenido de la velocidad de escape, nos permite calcular el resultado de esta magnitud en cualquier cuerpo celeste sea estrella o planeta.
Con valores de masa y radio conocidos, relacionamos los valores de velocidad de escape de la tierra y la luna determinando parte de la historia de la formación de nuestra atmósfera.
Se conoce que ambos cuerpos, se encuentran a una distancia igual del sol. Las diferentes evaluaciones de la superficie lunar, evidencian la presencia de hielo. Lo que sugiere, que en un tiempo pudo existir agua.
Sin embargo, la ausencia de atmósfera permitió que la evaporación del agua por el calor del sol escapara al espacio exterior.
En nuestro planeta, la atmósfera terrestre permite aumentar la velocidad de escape e impide la salida de las moléculas de agua al espacio exterior.
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