La Revolución Industria en la historia moderna marcó un cambio de una economía que se basaba únicamente en la producción artesanal y agraria, a una más inclinada por la fabricación de maquinaria y la industria. Este proceso comenzó en el siglo XVIII en Gran Bretaña, extendiéndose por todo el mundo.
La Revolución Industrial
Las principales características que se desprenden de la Revolución Industrial fueron culturales, tecnológicas y socioeconómicas. Los cambios tecnológicos incluyen el uso de nuevos materiales como hierro y acero, nuevas fuentes de energía y maquinaria que permitieron aumentar la producción.
También se promovió una nueva organización de trabajo conocida como sistema de fábrica. Por lo que aumentó la división del trabajo y la especialización de funciones. Todos los cambios tecnológicos de la Revolución Industrial permitieron que se aumentara el uso de los recursos naturales y la producción en masa.
La primera Revolución Industrial
Entre los años 1760 y 1930 la Revolución Industrial, en un principio, se limitó solo a Gran Bretaña. Los británicos, conscientes de la ventaja que esto suponía prohibieron la exportación de técnicas de fabricación, trabajadores calificados y maquinaria. Pero el monopolio británico no podía ser eterno, especialmente porque ellos mismos veían oportunidades industriales rentables en el extranjero.
Más tarde, dos ingleses William y John Cockerill llevaron la Revolución Industrial a Bélgica. Por lo que Bélgica pasó a ser el primer país de Europa continental en transformar su economía. Al igual que Gran Bretaña, se centró en los textiles, hierro y carbón.
Al mismo tiempo, Francia y otros países se fueron quedan atrás. Su burguesía carecía de poder y riqueza, las condiciones políticas en otros países obstaculizaron la expansión industrial.
La segunda Revolución Industrial
Hubo una evidencia creciente de una “nueva” Revolución Industrial a finales del Siglo XIX y principios del XX. En cuanto a los materiales, la industria moderna empezó a explotar recursos sintéticos y naturales que no habían sido utilizados. Como nuevas aleaciones, metales más ligeros y plásticos, así como nuevas fuentes de energía.
También hubo desarrollo de nuevas herramientas, máquinas y computadoras de donde pudo nacer la fábrica automática.
La propiedad de los medios de producción sufrió cambios. La propiedad oligárquica de medios de producción pasó a una distribución más amplia de la propiedad mediante la compra de acciones. Estas acciones eran compradas por individuos comunes o instituciones como compañías de seguro.
En la primera mitad del siglo XX, muchos países de Europa socializaron algunos de los sectores básicos de sus economías. También hubo un cambio de política, en lugar de las ideas que dominaban el pensamiento social y económico de la Revolución Industrial clásica. Así, los gobiernos se trasladaron al ámbito social y económico para satisfacer las necesidades de una industria mucho más compleja.
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