Esta es la historia de una persona que decidió dormir menos. Empezó a dormir entre 2 y 4 horas al día. Dice «Duermo lo suficiente, me siento sano y mi productividad está al máximo». Tal como hizo Leonardo da Vinci, Nicola Tesla y Salvador Dalí que fueron adeptos al sueño polifásico y dormían de 1 a 4 horas al día.

El sueño polifásico es cuando reducimos el tiempo de sueño nocturno y hacemo unos descansos de 20 a 30 minutos durante el día. Como resultado, tenemos varios días adicionales de actividades a la semana. ¿Qué le motivó a esto? ¿Porqué puede ser bueno para ti?

Existen varias modalidades de este sueño. Mi modalidad se componía de 4 horas de sueño nocturno y dos descansos de 25 minutos cada uno (después del almuerzo y en la noche después del trabajo). Esta es la calculadora que usé.


Imagen de napchart

Primeros días sin dormir

Día 1. El primer día pasó de maravilla. Debido a que se me liberó mucho tiempo, hice todos los quehaceres domésticos y compuse mi plan de la semana. Sin embargo, no podía conciliar el sueño en esos 25 minutos.

Día 2. Me advirtieron que tienen que pasar varias semanas para que se convierta en un hábito, así que las primeras dos semanas de la nueva vida me voy a sentir como un zombie. Lo sentí al segundo día. Me sentía super cansado y emocionalmente exprimido.

Día 3. Como las fronteras entre hoy y mañana casi se borraron, los días se convirtieron en un ciclo monótono. La gente en las calles aparecía y desaparecía. Pero aprendí a dormir 25 minutos durante mi descanso. Sin embargo, al despertar, no me sentía mejor. En la noche todo tipo de pensamientos pasaba por mi cabeza, por ejemplo «¿Para qué es todo esto? Ve y duerme. Y vas a estar feliz». Me costó mucho trabajo superarlo y seguir mi camino.

Día 4. El estado zombie se convirtió en algo permanente para mí. Mantener la conversación representaba demasiada energía para mí. Generalmente, solo me sentaba y miraba un punto. La piel se puso pálida, aparecieron unas enormes ojeras y los ojos estaban rojos.

Día 5. El cerebro comienza a acostumbrarse. Con solo cerrar los ojos durante el descanso, me dormía de una vez. Comencé a despertar antes del despertador y me sentía bien recuperado. Ahora tenía mucho tiempo durante las noches, así que decidí dedicarlo a lectura y películas documentales.

Días 6 y 7. Me acostumbré por completo al nuevo patrón. Desapareció la pesadez de la cabeza y la capacidad de trabajo se recuperó por completo. Comencé a cumplir más de lo que podía programar. En las noches leía, veía películas, iba al gimnasio o a la piscina. Dejé de tomar café.

Segunda semana

Días 8 al 10. Debido a que podía «recargar» mi cerebro a tiempo y recuperar mis fuerzas, aumentó mi creatividad y resistencia. Después de mi sueño diurno, tenía la impresión de que había pasado un día entero. Entonces podía regresar a tareas complicadas y encontrar una buena solución. Regresó mi color de la cara y mis ojos ya no estaban rojos.

Días 11 al 14. Rechacé por completo el sueño en horario establecido. Ahora mi cuerpo me dice cuándo es necesario descansar y es muy cómodo. Para entender mi límite iba disminuyendo paulatinamente las horas de mi sueño nocturno. Teniendo dos descansos diurnos, puedo dormir unas 2 horas y media de noche. Si quisiera disminuir más mi sueño nocturno, tendría que introducir un tercer descanso durante el día.

Pros y contras

Pros:

  • Productividad.
  • Duermo sin despertador.
  • Comida sana.
  • Más libros y más deporte.

Contras:

  • Sin frontera entre los días. Es difícil apreciar el tiempo como un flujo constante.
  • Nada de fiestas ni salidas con mis amigos. Además, el alcohol te rompe todo el patrón.
  • No les conviente a todos por el tema de salud. Al inicio la carga para los sistemas circulatorio y nervioso es muy alta.

Conclusión

Si tu vida parece una gran lista de tareas para las cuales debes buscar tiempo, entonces el sueño polifásico es lo que necesitas. En realidad me sentí más productivo, obtuve mucho tiempo libre y ahora alcanzo a hacer todo el trabajo.

Pero, por otro lado, todo el mundo vive en modalidad monofásica. Los amigos y la familia no te entenderán cuando les digas que «no» para otra salida o les pidas poner en pausa la película, porque llegó la hora de tu descanso.