La llegada de Sol al mundo fue algo complicada para sus padres. Todo parecía ir bien, y el tenerlo en sus brazos es lo más lindo que jamás habían vivido. Pero la satisfacción duró apenas unos minutos, ya que los médicos les comunicaron que debían operarlo de inmediato. El bebé perdería su mano izquierda.

A los diez días decidieron continuar con la operación: un coágulo de sangre en su brazo hizo que tuvieran que amputárselo por debajo del codo…

Ben Ryan, su progenitor, no pudo hacer nada al respecto. Pero se informo rápidamente por la prótesis que le pondrían, así le ayudaría a llevar una cómoda vida. No se creía la respuesta. Había que esperar un largo año para que Sol pudiera tener su prótesis. Pero sólo tendría un uso estético, por lo tanto, no podría ni siquiera coger objetos.

Ben no podía quedarse con los brazos cruzados. ¿Un año? No había posibilidad.

Se obsesionó con fabricar un prototipo para su hijo. Desde su primer intento fue avanzando. Empezó con lo más sencillo, que era aplicarle trozos de gomaespuma en su brazo, y Sol enseguida golpeó sus juguetes con él. Antes de eso, nunca lo movió.

Eso a un motivó más a su progenitor. La mesa de su cocina fue desde entonces su lugar de trabajo y empezó a fabricar un prototipo con pedazos de tubería y accesorios de fontanería. La idea se empezaba a ver mejor, pero no podía hacerlo solo…

Contactó con un laboratorio de innovación de la Universidad de Bangor, en Gales, y el médico jefe de aquel lugar no dudó en asistirlo. Usando sus últimos equipos imprimieron el brazo de tres dimensiones para Sol.

¡Lo consiguieron! Con su brazo nuevo y su mano con pulgar, Sol consiguió hacer el 90% de las cosas que cualquier niño con sus dos brazos puede hacer.

Y Ben no quiso acabar ahí. Esto fue tan importante para él, que dejo su trabajo para hacer de esto su vida: actualmente es un papá-diseñador que hace prótesis en su propia empresa, donde Sol es la cara visible y su emblema.